jueves, 2 de enero de 2014

Con el corazón a voces

Preguntas, muchas, y así es como empiezo esto... para entender, para saber, que había atrás de tu sonrisa, de tus palabras, de tu tristeza. Preguntas a las que le busco respuestas, preguntas que también significan cosas, preguntas que me ayudan a formular e hilar una respuesta que no tengo, o no entiendo, o porque no me cierra la idea, o porque no me conforma, o porque siento o quiero creer que hay algo más.

Y es que me cuesta resignarme a lo no dicho pero supuestamente evidente. Necesito palabras y miradas sinceras, completas, verdaderas. No se decifrar, no entiendo como funcionan las cosas de ese modo, no es en absoluto liberador. La verdad, completa, sincera, puede que traiga tristeza. Pero ya sabiendo de donde nace, uno puede pensar que hacer con ella. 

La inestabilidad de las personas me pone mal, 
me deja en un lugar en el que no quiero estar, 
me siento perdida dentro de la histeria con la que vive el mundo.
 
Te escribo porque no considero justo que las cosas sean así de inquietantes, y me siento a escribirte otra vez para no pensar en cosas que no me llevan a nada, para ver si de palabra en palabra puedo entender lo dicho de otra forma, porque no sé que queres decir cuando decís te quiero, cuando decís adiós pero sigo presente leyéndote, cuando decís que no pero esperas que si, que en x tiempo volvamos a cruzarnos para no se, no se en que pensas... no se que es x tiempo, no se que es te quiero, no se que es adiós para vos.

Solamente se qué, con pocas horas de sueño, con el pelo despeinado, con posibles resacas o lagañas en los ojos, a mi también se me daba por querer besarte... y la magia de las pequeñas cosas son las que quiero cuando me despierto.


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