A veces tengo la sensación que mientras uno se detiene a hablar con
alguien, hay muchas personas que nos empiezan a olvidar, y muchas otras
que ya no podremos conocer y eso es una injusticia que nos depara el
destino, pero es un riesgo que hay que correr, el amor no es para todos,
será por eso que hay tantos enamorados no correspondidos como personas sin
celulares en el mundo, y si es así, ha de ser más difícil de que estos
amores se concreten, pero hay que cumplir con la obligación de
buscarlo, hay que saber que existe una remota posibilidad de enamorarse
alguna vez, y sencillamente esa es la razón por la que insisto en vivir
y en levantarme cada día.
Sólo los enamorados pueden cambiarlo todo,
solo ellos pueden iniciar una revolución sin precedentes... hacer de los
cuentos historias reales, y de las tragedias solo un viejo recuerdo,
hacer del rencor un motivo para pedir perdón cada día, y de la tristeza
un comportamiento pasado de moda, las personas tristes serán poco
atractivas y los despechados gente macanuda, la maldad sera una excusa
para volver a enamorarse, y el miedo un tipo estúpido y solitario, ya
nadie oirá sus concejos. Pronto llegarán seres de otros planetas y
querrán conquistar el nuestro o quizás también se enamoren de nosotros y
nosotros de ellos... el desamor se extinguiría, el capricho seria moneda
corriente, y los celos un motivo para seguir amando, las discusiones
entre besos, y las peleas bajo las sabanas, los enojados darían portazos
solo para volver a tocar el timbre al instante, vivir las soledades mas
grandes cuando el otro se va hasta la esquina, extrañar la mejor manera
de pasar el tiempo, y cada regreso una inolvidable bienvenida... pero
luego que esta extraña sensación con matices de deseo recorre mi pecho
hasta llegar a mi mente he concluido, que si el amor fuera igual para
todos quizás el odio, tendría mejor reputación. Por eso es mejor que
el destino juegue a ser injusto, y que aquellos amores que aun no he
conocido, en este instante mientras yo estoy escribiendo... se estén
enamorando de otros.
Esteban Iachini Lijó
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