La peor de las infidelidades es la propia, la que nos hacemos a nosotros mismos. Que el mundo nos afecte es normal, hasta que las circunstancias nos hacen cambiar y ser lo que no queremos... ahí tenemos que volver a empezar, a construirnos porque no? Nos encontramos en un abismo de querer pertenecernos o perdernos por completo, y ante ese miedo con suerte nos elegimos, o caemos en el absurdo pensamiento impuesto por una sociedad a la que le resulta imposible creer en la amistad con personas diferentes a nosotros; edades, sexos, culturas, etc.
Es tremendamente difícil vernos como personas individuales, pensantes, libres, ya que siempre están los que nos intentan controlar/manejar y si no son esos serán otros pero siempre están.
Cuando aprendemos a asumirnos como seres humanos falibles y con derecho a ser lo que queramos ser sin importar cambiarnos a cada paso por puro gusto y placer, nos podemos encontrar con un montón de palabras y sensaciones que ya no forman parte de nuestro lenguaje, de nuestra forma de ser y de comunicarnos. Porque buscamos otras salidas vitales a lo que nos pasa, queremos o sentimos, porque empezamos a trazar nuestras propias limitaciones (o no), porque pensamos... y de ahí en más no necesitamos más que lo que decidimos elegir.
Ser o no ser. Fijate.
No hay comentarios:
Publicar un comentario