En el rebautizo, la población Violeta Parra recibió el nombre de algún militar heroico. Pero sus habitantes se niegan a llevar ese nombre no elegido. Ellos se llaman Violeta Parra, o nada. Hace tiempo, en unánime asamblea, habían decidido llamarse como aquella campesina cantora, de voz gastadita, que en sus peleonas canciones supo celebrar los misterios de Chile.
Violeta era pecante y picante, amiga del guitarreo y del converse y del enamore, y por bailar y payasear se le quemaban las empanadas.
"Gracias a la vida, que me ha dado tanto, cantó en su última canción;
y un revolcón de amor la arrojó a la muerte."
Eduardo Galeano:
1984, Población Violeta Parra: El Nombre Robado.
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