Piensa mucho y habla para adentro. Se agarra la cabeza y enloquece. Susurra y recuerda cosas entre lágrimas, se encierra y se esconde como un bicho. Todos tenemos miedo.
Va con el viento para cualquier lado, pero dubitativa y con los ojos vidriosos. Nunca se me hizo fácil darle la mano y decirle que por favor no sufriera tanto.

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