La casa vacía como casi siempre, la idea o sensación de tu perfume pero nada que ver -dormite-, cierro los ojos y es el recuerdo de un recuerdo, otra vez, lo que va quedando. Un recuerdo en forma de sonrisa, en forma de palabras sinceras, mezcladas, raras, con razón, con amor, con cabeza, con olvido. Pero que me devuelven al quilombo que es la vida, al lugar de mierda en el que siento que me dejan y no quiero estar, a lo que no quiero sentir, a lo que quiero vivir, a las ganas tremendas de querer volverte a ver.
Te recuerdo entre recuerdos y justo ahí, entre beso y beso, entre el alma, las venas, la sangre y tus ojos más lindos del mundo, justo en ese recuerdo encuentro mil soledades dentro de mi soledad, o dentro de la tuya, y mil amores dentro de un mismo amor, y un montón de miedos, recuerdos, palabras y vivencias que nos hace mover, vivir, actuar, cada uno a su forma, con sus elecciones, totalmente diferentes, por motivos diferentes y distancias tremendas, que forman parte de un todo que uno mismo elige ser y vivir.
Cada uno está lleno de todo lo que quisimos tomar, de vientos que nos han llevado, a la larga y después de todo, a donde quisimos estar, de pausas y soledades necesarias que nos devuelven a nosotros mismos, mejores que nunca. Nadie es lo que no quiere, ni dice lo que no siente, ni siente lo que no elige. Ahí está la clave, en las palabras, en el inconsciente que cuando nos falla, nos altera y revoluciona todo, y decimos y hacemos lo que supuestamente no queremos. Yo creo que de algún lado salen tantas cosas lindas, y las palabras urgentes existen y no se guardan en una cajita de nada para dejarlas salir solamente con la excusa de que estamos bajo efectos de un vino cualquiera y unas ganas tremendas de hacerte el amor... ... te quiero y te extraño todos los días.
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