domingo, 22 de septiembre de 2013

Llamar al silencio

No tengo nada más para decir. Fue algo que dije un día después de intentar explicar lo que provocó en mi memoria ese lapso de tiempo, considerable, para volver a empezar. No decir más nada, y empezar a esperar que lleguen cosas nuevas, y nuevas fórmulas, para convivir con eso que llamamos amor. ¿De quién?, ¿para quién?, ¿por qué?, no importa. 
Llamé al silencio, y no a la reflexión.

Intentar, nos saca un poco de nuestras miserias, o nos salva de una vez por todas, de todos esos paradigmas absurdos que llevamos encima. Y a veces hace falta eso y nada más, ni tan tan, ni muy muy, los términos medios pueden ser mejores que cualquier otra cosa, porque siempre están ahí, latiendo muy en el fondo de todo.

Como si fuera tan fácil recibir a la primavera, con todas esas sensaciones raras que nos trae (la detesto)... es así que uno cuelga los borsegos, las bufandas, las camperas y todo lo que nos aleja del mundo exterior, aire. Que no nos saque o nos salve de nada, aire no más.

Aire nuevo, que no sea el fin de nada, que no me deje sin palabras,
y que se acaben por fin, tantos silencios...



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