miércoles, 15 de mayo de 2013

Una postura diferente, tal vez?

Llego todos los días a las 22.45 de la noche. Subo las escaleras, dejo el bolso, me saco la campera... que linda es esa sensación de haber llegado, el olor a hogar, una habitación calentita después de una mañana de laburo, una tarde de estudio y demás. Entre cosa y cosa, inevitable es no pasar la vista por esa cajita donde guardo todo lo que se llevó, ahí esta siempre desde hace dos años o más, o menos? 2 años, casi. Es como una marca, una costumbre la de mirarla todos los días ahí y cuestionarme el porque de su existencia aún.

Todavía sobresale la puntita de un cirio azul que me regalo, no entra ni cierra. Está llena, es paradójico, él me dejó tan vacía. Y mi actitud, delata la ausencia, me recuerda cada vez que pienso o siento,  que hay algo que antes estaba y ya no está más.

Me lavo las manos y mientras espero que hierba el agua para un té pienso que a estas alturas de la vida no hay ya muchas opciones. Tiro esa caja que tantos nostalgias me da, pero a la vez, me recuerda todo lo lindo que viví, o la guardo en un lugar que no se pueda ver, hasta no recordar que existe, incluso ocupar ese lugar con libros no vendría mal.

O ir al plan C, como corresponde, a la tercera es la vencida.
Derivar este muro, este no se qué que me inventé. Esta postura idiota de no volver a enamorarme. Vuelvo a lo mismo de hace unos días atrás, tengo ganas de volver a enamorarme, pese a que hay cosas que siguen faltando, y otras tantas que no se van, nunca más.

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