Era un hermoso día en el año pasado, donde el zonda corría pero lindo, y yo buscaba donde parar. Era la segunda vez que me equivocaba en el día y las cosas no estaban saliendo como las esperaba, como <no las había pensado>. Por qué otra vez, por qué no parar, por qué no pensar, no?
Al fin, bello y rico Havanna, cuantas sonrisas te dejamos. Dispuesta más a morir que matar entre, a la mesa de siempre, a la de la única vez, en realidad. Como es uno no, como es la mente del ser humano, como funcionamos tan tontamente, como es que vamos directamente al dolor, al recuerdo del recuerdo. Lo importante es que salí pero la sensación queda, y la bronca de ser tan huevona también. Con las manos mas vacías caminé, dejando ahí lo poco que tenia para darle, material, papeles y cd y esas cosas que solía dar.
- Yo no se para que vine, yo de acá me rajo. (como si fuera tan fácil ir y venir, como si fuera tan fácil estar acá o allá, o en vos, o como si fuera tan fácil dejar de buscarte). Me fui, así como vine, porque cuando uno quiere y nos lo permiten las cosas si son fáciles. Llegue a la terminar con un poco de vergüenza de encontrarme algunas mismas caras que piensen y esta boluda que hace acá otra vez, por las dudas saque en otro bondi. Y esperé, porque no me quedaba otra cosa que esperar, esperé el colectivo, esperé subir, esperé llegar. Sin esperar que él se pare un poco a ver donde estoy, y porque no llego... sí el sabía que si yo decia que voy es porque voy, y si yo decia me duele es porque duele de verdad, y si digo que pare por favor, es porque pido piedad.
Si no fuera por ese dolor tan grande, amaría tanto esa ciudad, dejando eso de lado, amo tanto lo que extraño vivir ahí, extraño tanto lo que amé estando ahí.
La gente, el calor, el sol y el buen vino, la avalancha cultural, el quilombo continúo, las mansas siestas, incluso esa casa con cortinas de flores y rayitos del sol y amor a gritos que esta entre rivadavia y masa. Mendoza me enamora, siempre lo dije.
Había dado mi último beso de amor en esa ciudad, dejandome al borde de el más absurdo amor. Me hacia feliz, me hacia brillar, me hacia dar, decir y hacer mucho, me llenaba de paz e ideas nuevas, me hacia ser todo eso en lo que me había convertido y me encantaba ser, todo eso que era desde que me despertaba allá, en su mirada, y me dormía en su piel, pero allá, no era cualquier lado, era en Mendoza y él, mi lugar en el mundo.
Volviendo a hoy, hola que tal, 21 años. Con un amor desperdiciado y una vida por vivir, y dale que va, que el mundo se vaya al carajo.
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