martes, 18 de septiembre de 2012

¨El sufrimiento es la vieja ley del amor; no hay búsqueda sin dolor; ni hay amante que no sea también un mártil¨ Heinrich Suso.

Si hablamos en términos prácticos, para aprender a amar lo que se necesita es disponer de un instrumento que transforme el enojo en benevolencia, el resentimiento en comprensión. Debemos contar con una especie de freno que podamos aplicar cuando la mente se pasa de revoluciones por efecto de la ira u otras emociones negativas. La mente está tan acostumbrada a que las cosas que hagan a su manera en casi todos los aspectos, que lo único que sabe es hechar a correr fuera de control. ¿Cuántos se animarían a sentarse en frente del volante de su Pontiac o su Toyota sabiendo que los frenos pueden fallar en el momento menos pensado? A un automovilista así podríamos decirle: "Tienes el tanque lleno, un motor que anda a la perfección, un bonito tapizado, cubiertas radiantes, estéreo de ocho canales, el cenicero está limpio. ¿Qué esperas paras salir?". Con toda seguridad que la respuesta sería siempre la misma: "¡Es que ando sin frenos!".

Sin embargo, por sorprendente que parezca, casi todos nosotros andamos por la vida sin la menor idea de cómo frenar el motor de la mente. Todos estamos en condiciones de instalar un freno sencillo pero efectivo: el mantra.

Cada vez que nos sintamos dominados por la agitación, aburridos, descorteses o a punto de enojarnos, repitamos el mantra una y otra vez. Veremos que gradualmente la mente dejará de correr desenfrenada.

 Cuando los frenos hayan sido debidamente probados, se contará con el equipo necesario para ser paciente y amable en todas las situaciones. Entonces estaremos listos para hacer frente a las pruebas que en realidad exige el amor. << 18 DE SEPTIEMBRE >>

Palabras para Vivir - Inspiración para cada día (Eknath Easwaran).

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