jueves, 2 de agosto de 2012
Me cuesta como nunca nombrar los árboles y las ventanas y también el futuro y el dolor, el campanario está invisible y mudo, pero si se expresara sus tañidos serían de un fantasma melancólico.
La esquina pierde su ángulo filoso, nadie diría que la crueldad existe, la sangre mártir es apenas una pálida mancha de rencor.
Cómo cambian las cosas en la niebla, los voraces no son más que pobres seguros de sí mismos, los sádicos son colmos de ironía, los soberbios son proas de algún coraje ajeno, los humildes en cambio no se ven...
pero yo sé quién es quién detrás de ese telón de incertidumbre, sé dónde está el abismo, sé dónde no está dios, sé dónde está la muerte, sé dónde no estás tú. La niebla no es olvido sino postergación anticipada.
Ojalá que la espera no desgaste mis sueños, ojalá que la niebla, no llegue a mis pulmones y que vos muchachita emerjas de ella como un lindo recuerdo que se convierte en rostro y yo sepa por fin que dejas para siempre, la espesura de ese aire maldito, cuando tus ojos encuentren y celebren mi bienvenida que no tiene pausas.
Mario Benedetti - Hombre que mira a través de la niebla
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