Llevo veinte años viviendo, veinte años en este mundo, en el medio de un montón de gente diferente, ocupando un lugar más aparecí yo.
En el medio de quilombos, de problemas, de preocupaciones viví yo una niñez, digamos, buena, o al menos zafaba por entonces hasta que tuve la capacidad de entender muchas cosas, las que no existían en mi cabezita, pero que empezaron a hacerse notar de poco, dejandome timida, retraída, aislada, vacía de afecto, de atención, de palabras, de todo. Casi no recuerdo momentos de esa época para atrás, pero si recuerdo de ahí en adelante.
Pasaron muchas cosas, pasaron los años y si bien hubo un avance en nuestras vidas nada cambió demaSiado, hubieron muchos clic, mucho de eso y uno fue a los 15 cuando me enamoré. Me encontré con una persona en mí capaz de preocuparse por alguien más, capaz de mirar un poquito a mi alrededor y poder comprender, escuchar, aceptar, ayudar, fue en parte por el amor que te vuelve más humano y la otra parte fue por el simple hecho de pasar por una etapa llena de cambios internos y externos. Y conocernos, y encontrarnos.
Desde ahí y desde otros montones de sucesos hermosos y horrorosos que tengo grabados en la memoria fue que mi mirada ante el mundo empezó a cambiar, y ya nada era lo mismo, el hecho de mirar a los ojos a alguien era mucho más profundo de lo que hubiera podido esperar.
Aprendí mucho, tanto que de ese tiempo a esa parte son pocas las cosas que puedo llegar a lamentar, pero me encontré también con una persona totalmente infeliz, y eso me impulso a cambiar, me hizo lo que hoy soy, no se si feliz, pero persona, humana, con miles de sonrisas y alegrías para dar, con un amor inmenso para quienes quieran acompañarme en la vida.
Pero antes de todo eso miles de cosas habían cambiado ya, nada era tan nuevo en la vida. Mi viejo, nunca con laburo estable, a mi siempre faltándome todo, hasta que en un momento de inocencia pura, decidí dejar de esperar algo de alguien, decidí dejar de esperar absolutamente todo, me bloqueé, me bloqueé fiero, la pifie mucho, pero comprendí muchisimas cosas y aunque sigo firme en la idea de no esperar absolutamente nada de nadie, al menos salgo a buscar lo mío. Lo que merezco y me corresponde por derecho, como siempre digo. Jamás entendí las cosas que me pasaron, las enfermedades de los demás, las tristezas, los dolores causados, las injusticias, jamás entendí nada de eso. Tampoco entiendo porque no tengo el amor de mis viejos, no entiendo porque dejé de estudiar, no entiendo bien del todo porque estoy acá, no entiendo tampoco porque me dejaron, pero las cosas pasaron, no dejan de pasar por el hecho de que me siente a llorar.
Otra cosa que he aprendido en este tiempo es que no me encuentro cambiada, ni diferente, es básicamente descubrirme, descubrir partes de mi que no conocía. Descrubrir también que nada es seguro incluso no para toda la vida, que las personas vienen y se van cuando no te necesitan más, que ocupo gran parte de mi tiempo en sufrir por algo que no tiene vuelta atrás, que tengo mucho miedo de estar sola, que me encanta estar sola porque me conecto conmigo misma y veo las cosas desde un lugar mejor, hasta que tanto silencio me absorbe. Descrubrir que me desilusiona desilusionarme de la gente, que me duele saber como las personas se vuelven materialistas y se van atrás de momentos fugaces perdiéndose la vida, descubrir que quienes me aman me aceptan como soy y todo lo que conlleva el hecho de Ser.
También me encontré con un yo que piensa todo el tiempo, que necesito ser escuchada y que cuando no tengo la posibilidad de expresarme mi cabeza genera dramas terribles a punto de explotar. Me encontré con que le caigo mal a muchos, que la forma de decir las cosas genera molestias en los demás, que me ven de una manera que no soy, que es necesario terminar de conocer a las personas. Que la gente piensa que todo me chupa un huevo y en el fondo me duele no recibir un buen día, un como estás, un que tal tu día. Que todo me afecta un poco demasiado, que debería dejar de mirar el dibujo de mi vida y lamentarme por ello, que debería empezar a vivirla tal cual es, con todo lo que tengo y lo que no, perfecto o no, querido o no, buscado o no, pero todo como es realmente.
Todo eso y mucho más en veinte años, en veinte años que no lograron enseñarme a hablar, mucho menos relacionarme con la gente, ni como conocer a una persona ni de que hablar con otro pibe de esta edad, la que me es totalmente ajena. Y después de todo esto que pasa y que siento me encuentro yo otra vez, esforzándome por vivir y respirar, porque el miedo que me dejaron me paraliza. Porque tengo miedo a que vuelvan a lastimarme, porque cada vez que encuentro un rumbo me lo sacan de las manos, porque empiezo a andar y siempre alguien me descarrila, me desorienta, me deja tonta y parada sobre el mismo lugar de donde hace tiempo no puedo salir, este dolor de sentirme abandonada y amando tanto. Es esta bronca de no poder aceptar que me hayan hecho tanto daño, de que me hayan petrificado los pies, deteniéndome a cada paso que quiero dar, dejandome vacía, inadvertida todo el tiempo. Todo eso, un montón de cosas de veinte años que cargo en un mismo día, el día a día, en cada momento, entonces yo me pregunto no es demasiado? No era demasiado ya como para haber encontrado todo lo que me hacia feliz, aprender a vivir, y terminar por entregarle el alma a una persona a la que no le importó desaparecer dejandome siquiera una palabra de despedida? Dejandome parada otra vez en el mismo lugar de siempre, no era suficiente ya?
La vida me confundió muchisimas veces, me lastimaron demasiadas, hay cosas que nunca voy a aceptar ni comprender, pero si hay algo claro es que todos los días tengo la posibilidad de cambiar las cosas, que el hecho de estar como estoy pese a lo que hagan conmigo, seguir así corre por cuenta mía, todos tenemos la fortaleza de salir de donde no queremos estar, simplemente no sabemos usarla a nuestro favor, simplemente no tengo la fuerza suficiente para usar mi fortaleza y salir de esto en que estoy metida hoy.
01/agosto/2011
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