Antes no entendía esa cosa de juntarse los fines de semana con gente que poco conozco por esa supuesta cuestión de cordialidad y compromiso de invitar gente a cenar. Pero así fue, así es, siempre hay un fin de semana glorioso donde degustar el mejor de los asados, las mejores pizzas caseras, empezando con una picada gourmet la cual nunca tuve idea de que existía hasta que un día a falta de pan, se comió hasta por las orejas la mejor de las mejores tablas de picadas, hecha por quien les habla, dejándole, todos un minimo espacio a la carne por venir.
Hay cosas infaltables para este tipo de veladas, los ingredientes secretos, risas, anécdotas, alcohol, y ganas de chupar hasta por los codos, nunca falla.
Antes me embolaba eso de, gorda invite a tal, te haces unas pizzitas? - ¿La puta madre, otra vez? Si otra vez, y debo decir que tiene sus cosas buenas, el hecho de que la madre de la prima de mi vecina se haya chupado los dedos con una pizza de albahaca que nunca probó, te hace sentir grosa, en algo al menos, o al menos te ínsita a esmerarte por cocinar para ese batallón de bestias hambrientas dispuestas a no dejar miga alguna, que está por llegar, arrasando hasta con las ganas de vivir, para irse sin siquiera haberse ensuciado sus delicadas manos en lavarte un vaso.
Esta genial ese cada vez te sale mejor, ''el aplauso para el asador'', el puede ir mi amiga también?, esta mortal que sea lo mejor para hacer ese fin de semana, esta mortal que te pidan que 'hagamos' tal cosa para mi cumple, aunque después los deje de garpe a todos con un choto chamuyo poco creíble. Ta, ta... ¿Qué te pensabas? Tampoco soy la cocinera del pueblo, raja a la bosta, que en tu fiesta cocine otro pichona!
Pero vamos a lo siguiente, al verdadero tema en cuestión, el alcohol; Esta bueno y aprendí a querer este tipo de encuentros sólo por el momento en que empiezan a desfilar las botellas de todos los colores y tamaños, donde los codos se empiezan a empinar olimpicamente, y es que todos ya sabemos, el alcohol no saca lo peor de nosotros, sino lo que realmente somos, por ejemplo en este tipo de encuentros conocí a una torta, a una borracha tirando a alcohólica y a un señor que después de cierta copa de más parece un adolescente en su primer salida al boliche, en este tipo de junta reconoces al rata, al regalón, al que se cree tu mejor amigo y vos recién te enteraste, al que no trae nada y se va con el buche lleno y un largo etcétera de personalidades múltiples que habitan en cada ser conocido, el alcohol saca los trapitos al sol, señores! Y con eso me cago de la risa, me mata de la risa los reproches inoportunos de los invitados, los comentarios totalmente desafortunados, las palabras mal dichas en momentos serios, esos segundos donde se quieren morir todos, donde el primero que se chupo se mando con la pavada del siglo diciendo por dentro tragame tierra la re puta que te parió!
Es un momento donde todos somos amigos diría, donde la complicidad existe y es real, donde las historias de uno las sigue el otro sin conocerlas, donde caes en que cada persona es un mundo y que cada familia tiene sus mambos, que vos no sos tan simpson ni el otro es tan flander, que los ingals no existen y que María Elena, Dardo, Moni y Pepe sacan sus caretas a tomar aire, que el instinto gaturro de las mujeres convive con la profesional aún después de casada, y que todo eso, exactamente todo, debe morir ahí.
Se termina la cena y vez que empiezan a aparecer los suspiros alcohólicos, los botones de la camisas desabrochadas, la panza fofa de la flaca existe y es real, cada uno pierde su postura inicial, y le damos lugar al famoso cafesito exprese y es ahí cuando el negocio me sale redondo! Este tipo de laxantes es por demás recomendado para espantar vicitas cuando ya no das más, cuando queres que se vallan de tu casa todos a la mismísima mierda... y ya, llegó la hora, mientras que la panza les burbujea aparece él. Oh, olvidado champgne! Pero la puuuuuuuuuuucha, que boluda que soy, bueno tomemos una copita... Entre que no, que sí, que me voy, que bueno un ratito más y que se yo, se sirve el manjar preferido de la, sólo por esa noche, anfitriona del hogar, yo.
4 o 5, ponele 6 copas para quienes tienen el coraje de tomarse un espumante en esas sircunstancias. Un tragito, a lo sumo dos y ya están rajando.
Entre beso, abrazo y piropo se va cerrando la puerta. Los reales dueños de casa desaparecen en cuestión de segundos como ratas despavoridas.
Empezas el día y solo te quedan dos cosas, resaca y platos por lavar.
¿Pero quien te quita lo chupado?
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