La noche de ayer fue especial, un cielo increíble. Un vientito muy de otoño, todo muy tranquilo, todo muy dormido, todo menos yo; Sentada frente a la ventana abierta, con las piernas apoyadas en el marco, con un vicio ajeno en mí, con el pelo suelto y despeinado y al viento y una canción haciéndole honor a épocas pasadas de juventud pura y alegre, como era la mía.
En paz, un poco cansada, pero bien. Observando esos viejos placeres, escuchando una canción que era yo, que era él, que él ya no canta, una canción de amor puro, joven, hermoso.
Que me lleva al recuerdo de un tiempo atrás, a una noche, un llamado,
una primer charla entre dos personas con corazones inocentes, y un amor por delante.
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